Nos hemos vuelto Hostess. Muy anglosajona la palabra, pensaréis.
Y lo es, of course. Significa “anfitrión”. Y os voy a contar de qué va esto:
El verano pasado mis hijas se fueron de voluntarias a
Irlanda a dos granjas a ayudar con los trabajos de ambas. A cambio les daban
sustento alimentario y camas para poder dormir y de paso chapurreaban algo más el inglés, que era lo principal. Y este año la cosa es justo al contrario.
En lugar de marcharse ellas, vendrá, precisamente hoy, una chica australiana
por aquello de enseñarles algo más del idioma y tendremos que acogerla nosotros de gratis
durante cerca de dos semanas. Y el 30 de mayo nos llegará otra muchacha, en
este caso, inglesa, con la que haremos lo mismo.
Me resulta curioso el tema este de los voluntariados, pues
aparte de ser beneficioso por aquello de vivir una nueva experiencia, le sirve
a uno para hacer turismo y conocer países y gentes totalmente distintas a las
que estamos acostumbrados.
No sé cómo nos saldrá la cosa, pero yo estoy temblando, pues
el inglés lo tengo, más que olvidado, escondido en un baúl. Y que yo sepa, la
australiana -la que hoy hará su aparición por Barajas, o mejor dicho y por la nada menospreciable
cantidad de medio milloncete de euros, aeropuerto Adolfo Suárez- sabe ná y
menos de español y nosotros ná y menos de inglés, así que me veo jugando al
pictionary para entendernos con ella.
Y claro, hay que sorprender a la muchacha haciéndole platos
gastronómicos españoles y olé, con lo cual, planning (de nuevo muy anglosajón)
de comidas al canto para las casi dos semanitas que andará por aquí. Y habrá
que llevarla a que conozca algo de los Madriles, que en el pueblo donde vivimos
no hay más que cuestas arriba y cuestas abajo amén de alguna iglesia más fea
que “el copón”. Días enfollonaos, me temo. Pero… ¿Y lo bien que vamos a
aprender a dibujar?