Rrrrr, Rrrrrr, Rrrrrrr

domingo, 30 de junio de 2013

Todo en orden

Bueno, todo parece que vuelve a la normalidad a pesar de que aún ando medio flojucha y algo dolorida. Me quitaron la dichosa vesícula el lunes pasado y debo decir que no la echo de menos en absoluto. De hecho tengo recuerdos suyos y supongo que los tendré para siempre, pues las rajitas y las grapas ahí están, en mi barrigota. Sí, barrigota. Porque sepáis que parezco un botijito: entre los gases que me metieron para operarme y lo que me trastearon por aquí dentro no sé dónde quedó la poca cintura de avispa que tenía, jejeje.

Pero lo importante es que vuelvo, no sé si por mucho y con muchas ganas, pero vuelvo a retomar este pobre y abandonadito blog en el que veo las telarañas por sus esquinillas.

Volveré. Prometido.

lunes, 3 de junio de 2013

Cuestión de acostumbrarme

A veces la vida se quiere despedir de nosotros y no nos damos ninguna cuenta. Sabemos que no estamos bien pero ni por un momento se nos pasa por la cabeza que lo mismo es que vamos llegando a nuestro fin. Incluso, cuando por un familiar viejito me está tocando ver esto que os cuento, yo, que soy consciente de lo que está pasándole, sé que él ni lo barrunta.

Las enfermedades avanzan, llegando a corroer nuestros cuerpos por dentro; sé que él sabe que lo que tiene no es bueno, pero pregunta cuándo saldrá del hospital, si estará todavía allí por largo tiempo. No sabe, pues a él nadie se lo ha dicho, que probablemente no vuelva ya a casa; tiene menos dolores y con eso se conforma. Sufre menos, claro, por lo que se le puede hacer raro pensar que la cosa irá para largo. Y yo no puedo decirle lo que sé; se me hace durísimo y no lo voy a hacer. Una cosa es que uno sepa que la vida se va yendo poco a poco y otra es que alguien te lo suelte como un jarro de agua y eso incluso influya más en tu estado de salud.

El tema de la muerte es algo que siempre suelo rehuir. Le temo más que a un “nublao”, aunque supongo que tendré que ir haciéndome a la idea de que no hay más vuelta, de que es lo que hay por mucho miedo que yo le tenga. Ya, por lógica, me ha tocado vivirla (qué raro suena lo de vivir la muerte) con gente muy cercana, pero sigo sin aceptar la idea. No sé si soy un bicho raro o si lo que me pasa a mí les sucede a más personas. Espero que sí y que no sea yo la única a la que le aterroriza pensar en ella.

Y en esas estamos, a la espera de que quiera venir vestida, ya no con su guadaña, que da pavor, sino guapa, elegante y amable, a buscar a mi tío y llevárselo con ella. Mientras tanto, mientras viene o no, espero ir acostumbrándome a que, sobre todas las cosas, existe y de momento parece ser que es de lo poco que nos va a durar.



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