Rrrrr, Rrrrrr, Rrrrrrr

martes, 6 de noviembre de 2012

Algún que otro recuerdo


Mis padres apenas sabían leer; mucho menos escribir. Les bastaba con haber aprendido cómo se formaban sus nombres para poder estampar su firma en las letras  que mes a mes les pasaban por compra de ropa o de algún electrodoméstico si se averiaba el viejo. Mis hermanos y yo sí fuimos al colegio y aprendimos, si bien diré que yo fui la gran aventajada y beneficiada por ser la pequeña y porque quizás eran otros tiempos, pues mis hermanos me sacan unos cuantos años (diez el uno y ocho la otra) aparte de que, quitando la época de adolescencia pura y dura en que estaba a otra, sí me gustaba estudiar.

Desde bien chica mi padre me dictaba o me decía lo que quería que yo escribiera en las cartas que enviaba a sus hermanos, todos en Andalucía. Recuerdo como si fuera hoy aquello de “espero que estéis bien. Nosotros bien, G.A.D.”, siendo ese  G.A.D.  el Gracias a Dios, que siempre colocaba la Marisina, como servidora era conocida familiarmente, en el centro de la hoja.

He leído por ahí que desaparecerá el Messenger y por eso he recordado los tiempos por muchos de nosotros conocidos en que ni por asomo podíamos pensar que llegaría esta etapa a la que ya nos hemos acostumbrado por suerte o por desgracia, en que todo se ha hecho menos personal: no nos hacen falta papeles para nada, los bolis los tenemos casi de adorno, utilizamos, y me incluyo, siglas o letras para enviarnos los SMS, signos de nuestra escritura (y  me vuelvo a incluir) que semejan caritas sonrientes… Y eso siendo simples como yo, que si nos metemos en los I-pad, en los I-phone y en otros I que seguro los hay, ya ni te cuento.
 
Pienso entonces en mi padre. Siempre decía que la televisión era un engaño (salvo cuando tocaba ver partidos de fútbol, que ahí el puñetero disfrutaba como un enano), llegó incluso a poner candado en el teléfono para que mis hermanos o mi madre no gastaran el poco sueldo que entraba en casa en hablar vete a saber con quién; se fue sin conocer lo que era un ordenador o un teléfono móvil. Estoy segura de que no habría sabido utilizar este último o que incluso se habría negado a hacerlo. Era más feliz viviendo en su ignorancia, sin tantos adelantos que nos facilitan la vida por un lado y nos vuelven idiotas por otro.

¡Ay, bendita ignorancia!
 
 

6 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Para tu padre la televisión es un engaño, para el mio, y eso que trabajaba ahí, era la prensa, la verdad es que ni en la TV ni en la prensa se puede creer; ambos medios de comunicación que deberían ser un cuarto poder, están al servicio de los políticos.

Un saludo.

Marmopi dijo...

En el caso de mi padre, no es que no creyera en la televisión por manipulación de la misma, sino porque a él le parecía mentira que a través de una pantalla la gente hablara o contara a todos lo que fuera. Murió sin darse cuenta de la manipulación de la que hablas. De ahí que yo diga lo de la bendita ignorancia...
Un saludo, Emilio. Y gracias por venir

manulondra dijo...

En muchos casos esa Bendita ignorancia hacía posible recuperar la sencillez y la inocencia infantil, más puras que el atiborramiento de contenidos, tecnologías, cuestiones políticas, etc. de hoy, tanto que nos vemos superados por una realidad desagradable y opresora contra la que apenas podemos luchar.

Saludos!

Marmopi dijo...

A eso me refería, Manulondra, a la simpleza e inocencia del que no sabe, porque finalmente, con tantísimo avance tecnológico nos tienen el seso sorbido y nos hemos convertido en borreguitos.
Un beso grandote, mi niño

María (Tay) dijo...

Pues a mi me gusta "disfrazarme de simple" en ocasiones. Llevo más de dos años sin encender el televisor más que para ver las campanadas de fin de año. Miento, hace poco vi la caida libre del Baugarner ése, pero era algo excepcional, algo así como cuando pisaron (supuestamente) la Luna. En un mes toca encenderla otra vez; tendré que pedir ayuda, porque "sus" prometo que no entiendo los mandos a distancia.
Para más "simpleza", ya tengo preparados como 20 christmas con su sobre, para enviarlos a familiares y amigos. Me niego incluso a estamparles el sello que me venden en Correos; me iré al estanco a por sellos de los de antes,de los de pasar la lengua para pegarlos,y a ser posible, timbrados con la cara del rey, para darle algo que hacer al hombre, que entre operaciones varias y viajes para vender España debe estar superaburrido. Y oye, esperaré algún Christmas yo también, casi todos contestación de los enviados por mi, pero quedan muy cucos de pie junto al árbol de Navidad. Sí, sí, el árbol, que en mi casa siempre se monta el dia de la Inmaculada, mientras se guisan los callos a fuego lento, plato que también degustamos solamente ese día cada año desde que me llega la memoria.
Debido a mis últimas batallas con la fe, yo no quería montar belenes (de los navideños) en casa, pero alguien a quien quiero mucho (mi hermanito) me lo pide enardecidamente, y si para él es importante, seguiremos con las tradiciones.
Y viva la simpleza...
Besitos!!

Marmopi dijo...

Yo he perdido las tradiciones, María. Y muchas veces me arrepiento de haberme acomodado a lo actual. Creo que así lo perdemos todo, pero es lo que manda ahora. Eso sí, el árbol me negué a ponerlo hace ya muchos años y no hay forma de que yo lo desempolve ningún añito. Además con los dos gatos cualquiera es el valiente que lo planta para pasarse el día recogiendo bolas y chismes verdes del suelo.

Te envidio, no creas que no, Tay

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