Una es joven. Por supuesto. Se siente joven. Más que por supuesto.
Pero hete aquí que la máquina empieza a fallar y una pensaba que eso sólo le pasaba a los demás. Sí, como con la lotería, que siempre se piensa que a uno no le va a tocar nunca un mísero premio (de hecho ahí no me confundo, pues no hay manera de que me toque ni un céntimo). ´
Y sí, mi máquina, con sus más y sus menos, pero llevadera por fuera, debe ser que por dentro necesita algún que otro engranaje o alguna biela o parte de la tornillería ha cascado.
No penseis que hablo así porque esté hecha unos zorretes, sino porque ya me voy viendo, cada vez más, como la viejita que tiene que usar pastilleros para no volverse tarumba con tanta medicación.
Hace ya un tiempo que va para largo, empezó la cosa con los ojos. Venga, un colirio porque tu tensión ocular está altita. Luego fue el cambio a otro colirio porque con el primero la cosa no iba del todo bien. Y del segundo pasé al tercero que parece que, tocaré madera, funciona. Bien, pues para no tener que andar yendo al médico a que me lo recete mes sí mes también, ahora mi cosa es como con los abueletes: pido cita en el centro de salud y tengo un sobre reprecioso donde pongo (a lápiz) el número de cajas que necesito. No es ni necesario que yo vea a mi doctora y mucho menos que ella me tenga que ver a mí, que total no se pierde nada la mujer. Dejo el sobre el día de mi cita y paso al día siguiente a por mis consabidas recetas de las gotitas de mis benditos ojos, todo ésto en el mostrador del centro de salud. No tengo ni que subir a consulta.
A la par que lo de la tensión ocular fue lo de los miomas, que por supuesto, también tiene una. Dos. Dos miomas, digo. Monísimos ellos, chiquitillos y a veces algo traviesetes, supongo que porque son pequeñines. Son como mis dos niños de p´adentro mío. Todos los añitos toca revisión de mis dos niños, que ahí siguen, aunque no piden de comer, por lo menos y eso que les agradezco.
Luego empecé con problemillas de estómago. ¿Será una hernia de hiato, doctora? Pues igual sí que lo mismo no, pero yo te doy estas estupendas pastillitas (Omeprazol dichoso) y te tomas la cajita entera (menos mal que sólo me quedan pastillas para dos días), porque sea hernia de hiato, sea gastritis, sea dispepsia o sea su santísima madre, ésto te lo cura. Y sí, parece que el estómago ya está en perfectas condiciones, con lo que pronto perderé de vista esa medicación.
Y hoy me tocó visita hospitalaria por tema ginecológico, porque amén de mis dos miomas, esos queridos niños míos, en el ovario se había instalado un vecinito llamado "quiste". Bonito nombre para un niño no es que sea, pero yo no le elegí el nombre, sino que lo llevaba ya puesto, así que con él se quedó. Bien, el niño este que se me instaló para el verano, se me ha marchado ya y ni se me ha despedido, aunque supongo que sí lo habrá hecho de sus dos amiguitos. A mí nada, que fui su madre. Malcriado el puñetero.

Quiero decir, que me voy por las ramas, que a diario, todas las tardes, así como si de una rutina en mi vida se tratara, coloco concienzudamente, unas al lado de las otras para no olvidarlas en el desayuno del día siguiente, las gotas de mis ojitos, el Omeprazol y desde hoy las hormonas que también me harán buena compañía, pues ando de sofoquín en sofoquín minuto sí, minuto siguiente también. Que sí, que soy joven, jovencísima, estoy estupenda, estupendísima, pero les voy a pedir a los reyes una bolsita aparente, grandecita y mona como yo a poder ser, para meter tanto medicamento como parece que tengo que tener conmigo sin más remedio. Le haré en ella hueco a las siguientes, que serán las pastillitas del colesterol o las de la tensión, que esas me tocarán para la siguiente revisión, que estoy cogiendo yo a ésto hasta afición, oye...
Y todo esto porque vamos cumpliendo añitos. Menos mal, es un alivio.
Pues anda que mandaba yo rapidito a la mierda tanto cumpleaños, leñes