Hoy me he acordado de que mañana sería vuestro cumpleaños. Hermanos
con doce años de diferencia que casualmente nacisteis un 25 de enero. ¡Ahí es ná
mis dos granaínos!
Tú, papá, cumplirías nada menos que ochenta y nueve años y tú,
sin embargo, tío, si hubieras podido aguantar un poquitín más, ya harías
setenta y siete.
Espero que ahora, allá donde os podáis encontrar, habléis de
vuestras cosas, recordéis tiempos pasados y os deis un tironcete de orejas, ya
que no volvisteis a deciros más nada desde el año 1997 en que tú, papá, te nos
fuiste para siempre.
No penséis que os hablo desde la tristeza. No. Hoy no. Os
hablo desde el cariño aunque, como cada año que pasa sin alguno de vosotros,
me da un poco de penilla. Pero no me quiero poner dramática.
Hace muy pocos días, repasando como quien no quiere la cosa
fotos, te estuve viendo, papá, cuando mi hija pequeña era aún una niña, con
aquel traje de futbolista de la selección española y con mi mayor al lado
sonriendo, ellas en pie y tú sentadito en la puerta de tu casa. ¡Mira que te
gustaba el fútbol! Recuerdo especialmente nuestros paseos cuando yo era muy
chiquitaja y tú todavía salías conmigo a dar una vuelta, tu figura con tu transistor a cuestas los fines de semana porque no había manera de que olvidaras
por un rato que había partidos. O cuando repartías el carbón por las casas y yo
te acompañaba agarradita a aquel carro de hierro. Me gustaba ir contigo y tú
siempre hablabas de mí orgulloso a las vecinas a las que les subías el mineral
que les daba calor o con el que podían preparar la comida. ¡Qué tiempos!.
En cambio, de ti, tío, no tengo más foto que la que está en
tu DNI, ese que guardo como oro en paño. Pero, aunque esta cabeza mía pocos
recuerdos guarda, sí tiene entre los que quedan, aquellos días en que me
llevabas a la sierra junto a aquella novia tuya que poco te duró y que iba tan
pintada siempre, Juana. O los últimos tiempos que pasamos, aunque esos me han
dejado bastante mal sabor de boca por lo que tú y yo sabemos.
Me estoy enrollando y no quiero. Únicamente quería
felicitaros y deciros que espero que se produzca vuestro reencuentro y que podáis
pasar buenos ratos juntos. Y, si es posible, ahora que nada os puede hacer daño ya, comáis una tarta a destajo y disfrutéis de ella y que cuando lo hagáis, os acordéis de mí. Seguro que sí. Un beso muy fuerte a los dos.
6 comentarios:
Estamos vivos mientras tengamos capacidad de recordar.
Un abrazo
Efectivamente, Emilio.
Un saludo y feliz fin de semana
Bonitas y sentidas palabras de homenaje a esos hermanos, tan importantes en tu vida.
Un besazo, querida compi, y sin embargo amiga.
Gracias, Eusebio. Siempre son de agradecer bonitas palabras. Ellos ya no las escuchan pero espero que las sientan.
Un beso grandote. A ver cuándo nos vemos!!!
Bueno, si en el universo está todo interconectado, ¿por qué no creer que nuestras almas, residuos energéticos de lo que fuimos, no se conectan en otro plano?
Saludos!
Pues eso digo yo, Manu. ¿Por qué no?
Un besote
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