Venga, voy a contaros, que no os había contado nada de mi vida. ¿O sí?
Bueno, ya sabéis que el verano pasado hicimos obra en el patio y lo solamos y está hecho un primor. Pues sepáis que por fin fui al vivero en dos semanitas distintas y cargué como una mala bestia con tierra para rellenar las jardineras, que bien pueden ser dos bañeras por la profundidad que tienen y una en especial por la largura que se lleva. Las llenamos bien de piedras antes y de todo lo que pillamos que le viniera bien a la tierra y ya tengo no sé cuántas plantitas, unas de flor y otras arbustitos por aquello de no cansar y no exagerar.
Comenzamos también el montaje de la barbacoa de piedra antojo del contrario. Sí, esa que pesa unos 500 kilitos cuando está a dieta, que si la llenas de chuletas o choricitos ya ni te cuento lo que puede pesar el bicho. Andamos allá como a la mitad de montaje porque vamos poquito a poco, que todo de golpe es un abuso.
Y claro, allí a eso de mediodía atiza lorenzo que es un gusto y no hay quien pare, así que el marío, habiendo visto varios "cenadores" o como se llame eso que tiene cortinitas para que te plantes tú dentro, tenía antojito de uno en concreto. Y yo erre que erre que para qué queríamos ese pedazo trasto si lo único que íbamos a conseguir era recocernos metididos dentro, que el sol no nos daría, pero el calor que eso alcanzaría sería casi peor que estar en plena solana. Y le convencí, porque entre otras cosas, aparte de la anterior, diré que si ahora el patio parece más grande, si le metemos el "coso" ese va a parecer que en lugar de jardín tenemos un gua.
Ayer nos fuimos, después de medir el coche por dentro, a ver "cenadores" o como se llamen y vimos una sombrilla tamaño familiar, que puede dar sombra a los cuñaos, los sobrinos, las sobrinas, el marido, las hijas e incluso a la suegra si se pone pesadita (de ahí lo de familiar): 3x3 mide el muerto, más sus consabidos sujetasombrillas de catorce kilos cada uno que van al suelo para que no se nos vuele con una ventolera de esas que a veces atizan por Madrid.
Y lo más gracioso fue cuando le preguntamos al tío de jardinería por las medidas del aparato en su caja. Nada, un metro sesenta y dos. Anda, pues muy bien, porque el coche, si no hemos medido mal tiene uno ochenta casi. ¿Mi Megane ridículo? No sé yo... Oiga, y si no nos cabe, ¿podemos volver en el momento y cambiarla o pedir que nos hagan un porte con ella y nos la traigan ustedes?. Claro, las devoluciones, con el ticket de caja y apañao, pero seguro que tienen suerte y les entra en el vehículo.
Coge el paquete sin matar a nadie tanto por delante como por detrás en un carro normal de supermercado, cada uno por un lado para tener mucho cuidadito y tira para el coche. Quita la bandeja trasera, baja los asientos y empieza el lío. Aquello no entraba ni de coña mañanera. Nos veíamos como con la mesa de piedra de metro y medio que no hubo forma humana de meter en el coche. Copón... sí que es grande el chisme este sombrillero...
Menos mal que tengo un marido que piensa (a veces) y le dió por abrir la caja y sacar los paquetes que contenía. Aquello ya era otra cosa. Mal que bien, entró el aparato que nos cubrirá del sol, las cajitas que le acompañaban (tornillería varia). La caja principal, la grande, hecha un higo y redoblada, pero así llegamos a casita: con los deberes muy bien hechos.
Ahora sólo falta terminar por montar la barbacoa. , que vamos a necesitar tres tíos o cuatro lo menos para poner, cuando toque, el sombrerito o chimenea, montar la sombrilla esta estupenda, con deseo de que no sea, como la otra rota que tenemos aún dando tumbos por el patio, hogar, dulce hogar de avispas varias y que no casque a la primera de cambio, que eso también nos pasó con la que da tumbos, que hubo que terminar haciéndole un apañejo para poderla utilizar, siempre y cuando las avispas nos dieran su permiso.
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