Rrrrr, Rrrrrr, Rrrrrrr

martes, 29 de enero de 2013

AVIÓN ESPAÑOL

Están todos los pasajeros en la sala de embarque esperando la salida del vuelo cuando de repente llega el copiloto impecablemente uniformado con anteojos oscuros y un bastón blanco tanteando el camino..

La empleada de la compañía aclara que, si bien es ciego, es el mejor copiloto que tiene la Empresa.

Al poco rato llega el piloto, con el uniforme impecable, anteojos oscuros y un bastón blanco asistido por dos azafatas.

La encargada de la sala aclara que, también, el piloto es ciego, pero que es el mejor piloto que tiene la Compañía y que, junto con el copiloto, son la tripulación más experimentada.

Con todos a bordo, el avión comienza a RODAR, tomando cada vez más velocidad y con los pasajeros aterrorizados. El avión sigue tomando velocidad pero no despega... continúa la carrera y sigue en tierra. El final de pista está cada vez más cerca y en una explosión de histeria general los pasajeros comienzan a gritar como poseídos!

En ese momento el avión, milagrosamente, toma altura ...entonces el piloto le dice al copiloto...

- El día que los pasajeros no griten, ¡¡¡ Nos la pegamos !!!!!!

Moraleja: Así está hoy ESPAÑA, gobernada por ciegos que no ven, o no quieren ver, la realidad. A la espera de que el pueblo "GRITE" para levantar el vuelo.



domingo, 20 de enero de 2013

La pena da paso al odio

Nos están machacando. Sin disimulos, sin temblarles la mano, como ayer nos decía Rajoy en cuanto al choriceo reciente pepero, y lo están haciendo sin escrúpulos, sin ni un solo atisbo de que si lo hacen es porque las cosas no vienen bien dadas, aunque ellos insistan en que sí, en que si lo hacen es porque no hay más remedio. Ayer también, mientras yo leía lo que os voy a poner, no me temblaban a mí tampoco las manos: me temblaba el cuerpo entero y me daban unas enormes ganas de cogerlos por la yugular y apretar y apretar, como están haciendo ellos con la ciudadanía española e inmigrante. Es tan solo un caso de los tantísimos como habrá en este país, relativo a la sanidad pública (por decir algo, que de eso ya nos queda bien poco, supongo que igualmente porque no les queda otro remedio). El escrito, encontrado en facebook y compartido por mí, es de una enfermera que se encontraba de guardia haciendo su trabajo:


"Ayer estuve de guardia en mi hospital público. Por la tarde me llama la residente de puerta para que vaya a valorar a una paciente que acababa de llegar. Me encuentro a una mujer de 45 años con mal aspecto, dolor abdominal, muy delgada...
Tras la exploración y la ecografía le diagnostico un casi seguro cancer de ovario avanzado. Hay que hacerle todas las pruebas urgentes, así que le doy los volantes para que la citen y sea vista hoy mismo en la consulta de oncología ginecológica, como hacemos siempre.
Se me olvidada contaros un pequeño detalle: la mujer se llama Irina y es rumana. Perdió su trabajo hace un año y con él, hace poco, su tarjeta sanitaria. Ese detalle no lo tuve en cuenta ayer hasta que me avisaron de la Admisión de pacientes para decirme que no la pueden dar cita para ninguna prueba ni consulta ya que no tiene tarjeta sanitaria.
Irina no podrá ser operada en ningún hospital público español y si no me he equivocado en el diagnóstico, morirá sin atención médica en menos de un año.
......Infinita la impotencia, infinita la rabia. No puedo olvidarme de su mirada al intentar explicarle lo inexplicable.
Me niego a mirar para otro sitio cuando sucede una monstruosidad como esta. ME NIEGO A CALLAR.
Goyi"


No sé bien a dónde nos quieren llevar: no existe por parte de nuestros políticos ni un atisbo de humanidad y lo único que les importa es esclavizarnos con los recortes, mientras ellos, sin embargo, se lo siguen llevando muerto, descaradamente, riéndose en nuestras caras mientras nos roban a manos llenas, restregándonos el "se ha vivido por encima de las posibilidades"; sólo sé que nos tienen atados de pies y manos y que empezamos a sentir que para ellos únicamente somos desperdicios humanos. No puedo entender ya casi nada de lo que está pasando. Ahora mismo lo único que siento es pena, mucha pena, sobre todo si pienso en mis hijas y en la herencia que les vamos a dejar. Y empiezo a saber lo que es el odio. Con ellos lo estoy reconociendo


jueves, 17 de enero de 2013

domingo, 13 de enero de 2013

Artículo de Ángeles Caso


Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
 
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.


jueves, 10 de enero de 2013

Así nos brilla el pelo


-¿Qué vas a tomar?

-Una Alhambra especial

-Por favor, dos Alhambras especiales

-Oye, ¡cuánto tiempo sin vernos!

-Sí, ya era hora que echáramos unas cervezas y charláramos.

-¿Cómo te va?

-No me puedo quejar. Sigo aún con el taller en el pueblo. ¿Y tú?

-Bueno, pasé por el tribunal médico y me dieron la invalidez gracias a Juan Sola, el abogado del pueblo, pero sigo atendiendo el negocio con mi mujer aquí en la capital.

-Has hecho bien porque está muy jodida la situación. Yo tenía a tres trabajadores contratados en el taller, pero hablé con ellos y llegamos a un acuerdo de despido, pero siguen trabajando.

 -¿Están despedidos y siguen trabajando?

-Sí. Nos viene bien a todos: yo me ahorro los seguros sociales, que son altísimos y ellos cobran el paro y el sueldo, pero claro les pago menos que cuando tenían contrato. Todos contentos: Ellos ganan más y yo también.

-¿Y si te enganchan?

-¿Quién va a pasar por el pueblo? Además, los tres talleres del pueblo hacemos lo mismo y no nos vamos a denunciar unos a otros porque nos perjudicaríamos.
-!Ah¡ vale. A nosotros, en el negocio, un día nos visitó un inspector de trabajo y, por suerte, yo me encontraba en la puerta del local, fumando un cigarrillo.

-¿Pero estaría tu mujer?

-No, que va, el negocio en realidad lo llevo yo, pero les dije que lo regentaba mi mujer, que es la que aparece en los papeles, y que yo estaba allí ocasionalmente porque ella había salido un minuto a un asunto urgente. Suerte que al 'panchito' que tengo allí sin contrato estaba ese día en el médico..

-¿Y se lo tragó?

 -Al parecer sí. De hecho se fue y no ha vuelto más. Pero sí, me acojoné un poco ya que si el inspector no se traga aquello nos multa y a lo mejor hubiera perdido yo la paga. Al menos eso me dijo Juan Sola.

-La verdad, es que estos inspectores son unos crédulos o a lo mejor es que están desmotivados porque ganan mucho. Total, para lo que hacen, mucho ganan aún. Hablando de inspecciones, mi hija pequeña estuvo a punto de perder la beca porque alguien fue por ahí contando que el taller no estaba declarado y nos daba muchos ingresos y tal. Desde ese día le he prohibido que vaya con su BMV A3 y su iPhone 5 a clase.

-¿Y qué pasó?

-No nada, no se pudo demostrar lo que decía el cabrón anónimo ya que lo tengo bien atado. La niña sigue cobrando todos los años la beca máxima, unos 5000 euros, que son para ella solita.

(Irrumpe un tono de teléfono móvil: ¡¡Yo por mi hija maaaaato!!)

 -Tío, que me he llevado un susto con ese tono de la tipa esa de la tele ¿cómo se llama...?

-Sí, la Esteban, esa sí que es lista, jeje, perdona, que es un proveedor. Oye, ¿qué significa esa factura con IVA del otro día? ¿Cómo? Nada de eso. Me la emites de nuevo sin IVA o no cobras...sí, hasta las seis estoy allí. Hasta luego.

 -¿Te quieren meter el IVA?

-Sí, se lo he dicho al tío de las pizzas mil veces y sigue dale que te pego con el IVA de los....,y para colmo ahora que lo han subido los chorizos estos del Gobierno.

 -Sí, vaya mierda de país, con tantos impuestos.

 -Por cierto, ¿sabes que me he comprado un Audi?.

-¿Sí?. ¿Cuál?

 -El Q7

-Joder ¡el que llevan los futbolistas!, qué pedazo máquina...te habrá costado un pastón.

-Sí, es caro, pero me he ahorrado una pasta. Si quieres te digo cómo.

-Dime, dime...

 -¿Tienes a algún minusválido en tu familia o a alguien de confianza que lo sea?

 -Pues no sé, tendría que verlo...

-Yo lo he puesto a nombre de mi padre que, como sabes, tiene una gran minusvalía. Me he ahorrado el Impuesto de Matriculación, me han hecho una rebaja en el concesionario, no pagaré jamás el Impuesto de Vehículos al Ayuntamiento y, para colmo, aparcaré donde me salga de los güevos, en cualquier plaza de aparcamiento reservada para minusválidos ¿Por qué te crees que hay tanto coche de gran cilindrada con el cartel de minusválido en las calles?

 -Estás en todo, macho, pero ¿se tragarán que tu padre conducirá eso con 80 años siendo minusválido?

 -Éstos del Ayuntamiento se lo tragan todo. Por cierto, hablando del Ayuntamiento ¿te has enterado de lo del alcalde del pueblo? ¡Qué cabrón! ¡Que bien amañado lo tenía todo! ¡Qué poca ética! A mí me extrañaba que la recogida de basura siempre la ganara la misma empresa.

 -Sí, ¡qué cantidad de corruptos nos gobiernan! Y para colmo hay que sostenerlos a todos. ¿Y el asunto de ese que era presidente de la Junta, dándole un pastón a la empresa de la hija?, por no hablar de las comisiones del niño...que maná de corruptos, ¡vaya mierda de país!

-Ni que lo digas, vaya país de sinvergüenzas nos gobiernan. No hay que votar a ninguno, que son todos iguales. Van a lo que van.

-Oye, ¿quieres otra cerveza?.

-Sí, si, vale. Pero disculpa un segundo, que voy a asomarme a ver el coche, que está en segunda fila.

(¿Es probable que, en términos generales, merezcamos los políticos que nos gobiernan? La pregunta queda hecha.)





miércoles, 2 de enero de 2013

A todo ritmo. Yeahhh

Pues eso. Que se quiten los Fred Astaires y las Ginger Rogers y dejen paso a este hito de la naturaleza rítmica que soy yo. Hoy empiezo mis clases de bailes de salón; de aquí a un ratejo estoy moviendo el esqueleto como nadie (como nadie porque más torpe que yo en cuestión de bailes dudo que haya alguien).

Que mira, que hay que echarle chispa a la vida. Chispa y risas. Sobre todo muchas risas, así que hoy voy  a dar el cante bien dado aún sin cantar. Se van a reír todos bien de mí, pero yo tampoco me quedaré manca riéndome. Después de todo es bien sano reirse de uno mismo. A mí se me da muy bien y creo que hoy se me va a dar mejor que nunca.

¿Alguien se atreve a echarse un baile conmigo? Algún pisotón también se lleva fijo quien se atreva.


martes, 1 de enero de 2013

Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario

Este final de año me harté de decirle a todo el mundo que por favor entraran en el 2013 con buen pie. Y yo me había planteado que también haría lo mismo, así que, aún teniendo que hacer de tripas corazón, y sabiendo que no me gustan nada las fiestas estas dichosas, me vestí ayer un rato antes de irnos a casa de los cuñaos a celebrar la noche vieja (sin suegra, todo hay que decirlo, que ella ya nos avanzó bastantes días antes que no salía de su casa esa noche, que está mayor y que no tiene ganas de jolgorios) y hasta me maquillé y me dí sombra de ojos después de vestirme de poca gala, pero mona.

Y llegamos, y había buen rollito y estábamos agusto. Hasta que, pasados los aperitivos, empecé a notar un fuerte dolor en la boca del estómago. Ahí estaba. Mi dolor bien conocido cuya causa era totalmente desconocida. Y a aquel dolor le siguió el otro, el también habitual ya para mí cuando me pasa ésto, el de un punto concretísimo de la columna vertebral. Se me jodió la cena y les dí la noche a todos los demás. De hecho, a eso de las doce menos diez, a base de insistirme todos, decidí ir a tomar las uvas con los trabajadores del hospital de Arganda. Pero ni eso. Llegamos cuando ya se habían tomado las doce uvas todos los que allí estaban (llevaba yo unas ganitas de comer uvas que ni os cuento). Y entregué mi tarjeta sanitaria y al rato me llamaron y me reconocieron; y decidieron que me sacaban sangre y que me hacían un electro, pues mi tensión andaba por las nubes que esa noche no paraban de sudar y mojar a todo bicho viviente que asomara la nariz por la calle.

Me colocaron una vía en la mano derecha tras bastante rato, pues una no es presa fácil de las agujas y sus venas se esconden como caracol bajo su casa, con lo que sé con seguridad que si un vampiro viniese a por mí, igual moría de inanición. Y me llenaron de pegatinas por el cuerpo para hacerme el electro. Y de esa facha, con la vía colocada y las pegatinas bien pegadas en la piel (aunque ya vestida), me hicieron salir a la sala de espera (valga la redundancia) en la que esperaba mi marido, el que más me ha querido y que me plancha las camisas.

Por fin, casi dos horas después, me llamaron por megafonía y me hicieron pasar a la consulta del médico, que me diagnosticó gastritis y que me entregó un informe, junto con el resultado del electro, para dárselo a mi doctora de cabecera, diciéndome que debía tomar un omeprazol diario, media hora antes de desayunar, y que hiciera dieta blanda unos días.

Así que volvimos a casa de los cuñaos, con el dolor bastante mitigado ya después de unas horas, como me pasa siempre que me da, me quité todas las pegatinas del mundo que me tenían aburridita e incomodísima y nos fuimos a casa, sin tomar uvas, sin brindar, sin meter el anillo de oro en la copa, sin darnos los besos correspondientes justo cuando terminan las campanadas. Seguro que si me hubiese calzado unas bragas rojas no habría tenido tan mala suerte.

Así que no sé qué tal me irá el 2013. Sólo sé que terminé de pena el 2012 y que entré en el año nuevo de pena, como un mihura, triste y dolorida y que lo recibí llena de pegatinas y con un buen moratón en la mano por la vía. ¡Pero seguro que es cojonudo!

Espero que vuestro fin de año e inicio del nuevo haya sido un poco mejor que el mío. Brindo por ello.


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