Rrrrr, Rrrrrr, Rrrrrrr

jueves, 27 de mayo de 2010

Digo adiós con las orejas

Mi blog se quedará unos días huerfanito de madre. No estaré con él para prepararle la comida con amor ni para darle el beso de buenas noches diario. Y como andaré muy ocupada de pendoneo por todo lo largo y ancho de algunas provincias andaluzas y no me podré hacer cargo de él, pido encarecidamente a sus titos y titas me lo cuiden como si fuera suyo. Que el niño lo merece (qué voy a decir yo, que soy su madre…:-D)


Yo ya le digo que no se ponga tontorrón, que es cuestión de unos días la ausencia de mamá, que dormirá bien y que incluso, al no estar yo, podrá jugar a la Wii con sus otros amiguitos blogs aunque sea ya de noche, que aproveche, que le dejo, pero que no hay manera. Se enfurruña y me echa unos lagrimones que es que me está dando hasta mal rollo irme. Le he dejado apuntado el móvil por si cuando se encuentre solo me quiere llamar para contarme qué tal está y si hizo la caca blanda.

La vida es dura, hijo, pero saldrás de ésta, y cuando menos lo esperes, mamá volverá cargada de regalitos para ti, de fotos para que veas dónde estuvo con papá que ella te irá relatando para que, cuando seas mayor, tengas bonitos recuerdos y quizás, ¿por qué no?, te vayas tú también cuando seas mayor y disfrutes de los parajes y de las mismas cosas que mamá te contará cuando vuelva, porque seguro le habrán encantado.

Adiós, cariño. No sufras. Volveré en un plis plas!!!!

Próximo estreno en todas las nóminas

miércoles, 26 de mayo de 2010

La Tia Amparo

Mi anciana Tía Amparo era una mujer de 93 años que estaba particularmente afectada por la muerte reciente de su marido.

Ella decidió suicidarse y unirse a él en el más allá. Pensando que lo mejor para ella sería acabar rápido con el asunto, buscó su vieja pistola del ejército y tomó la decisión de dispararse un tiro al corazón, ya que estaba partido por el dolor de su pérdida.

No queriendo fallar el tiro al órgano vital y convertirse en un vegetal y una carga para sus familiares, llamó al consultorio de su médico para preguntar a dónde se encontraba exactamente su corazón.

El Doctor le contestó: 'Tu corazón está justo debajo de tu teta izquierda'.

...
...
...
...
...

Y a tomar por culo la rodilla.....

martes, 25 de mayo de 2010

Hasta lo más bello envejece


...
Cargado originalmente por marmopi
La vejez

Me llegará lentamente
y me hallará distraído
probablemente dormido
sobre un colchón de laureles.
Se instalará en el espejo,
inevitable y serena
y empezará su faena
por los primeros bosquejos.

Con unas hebras de plata
me pintará los cabellos
y alguna línea en el cuello
que tapará la corbata.
Aumentará mi codicia,
mis mañas y mis antojos
y me dará un par de anteojos
para sufrir las noticias.

La vejez...
está a la vuelta de cualquier esquina,
allí, donde uno menos se imagina
se nos presenta por primera vez.

La vejez...
es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue, la juventud alguna vez.

Con admiable destreza,
como el mejor artesano
le irá quitando a mis manos
toda su antigua firmeza
y asesorando al Galeno,
me hará prohibir el cigarro
porque dirán que el catarro
viene ganando terreno.

Me inventará un par de excusas
para amenguar la impotencia,
´que vale más la experiencia
que pretensiones ilusas´,
me llegará la bufanda,
las zapatillas de paño
y el reuma que año tras año
aumentará su demanda.


La vejez...
es la antesala de lo inevitable,
el último camino transitable
ante la duda... ¿qué vendrá después;
La vejez
es todo el equipaje de una vida,
dispuesto ante la puerta de salida
por la que no se puede ya volver


A lo mejor, más que viejo
seré un anciano honorable,
tranquilo y lo más probable,
gran decidor de consejos
o a lo peor, por celosa
me apartará de la gente
y cortará lentamente
mis pobres, últimas rosas.

La vejez
está a la vuelta de cualquier esquina,
allí donde uno menos se imagina
se nos presenta por primera vez.
La vejez...
es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue la juventud alguna vez.

Alberto Cortez

sábado, 22 de mayo de 2010

Que no pare la música

Hoy toca música rock. Murió el domingo pasado Ronnie James Dio, una voz rockera que pocos tenían. Y como tributo, porque poco más puedo hacer yo, dejo aquí un vídeo de una de sus canciones: "The last in line". Parece que mejor que recordar a uno de los grandes en su género, es más rentable y queda estupendamente meternos por las orejas a tanto payaso que ni sabe cantar ni gusta a nadie, pero que le tenemos que tener hasta en la sopa porque genera más dinero.

Para muchos el Dio sigue vivo

viernes, 21 de mayo de 2010

Efectos colaterales del recorte funcionarial

El carpintero metálico, tipo fornido y de brazos bronceados por las chispas que genera la soldadora eléctrica, se alegra de la medida que ha tomado su Presidente Zapatero.

El camarero autónomo, dueño de un bar de barrio, hombre sacrificado y eficiente en la ardua tarea de regentar su negocio, celebra que el Gobierno baje el sueldo de los funcionarios.

La dependienta de Zara, a quien el uniforme negro queda tan bien, aplaude los recortes que el Ejecutivo piensa llevar a cabo en las retribuciones de los empleados públicos, mientras menea el culito entre prendas y clientes.

El dueño del gimnasio de la esquina, joven emprendedor, tan aficionado al deporte como a las agujas, dice que ya era hora de que se metiera mano a esa panda de vagos y caraduras.

La cajera del supermercado -hartita de trabajar dentro y fuera de su casa- es de la misma opinión que el señor que en esos momentos está pagando, un jubilado de la Europapel que no aprueba que se congelen las pensiones pero sí que se disminuya el salario de los funcionarios.

Antonio el frutero, que se levanta todos los días a las cinco de la mañana para ir a la lonja, explica a la Rafi la de la papelería, mientras le pesa las manzanas fuji, que esto lo tenía que haber llevado a cabo el Gobierno hace mucho tiempo, que por culpa de lo que se ha venido gastando en todos esos parásitos no productivos que son los empleados públicos, nos vemos como nos vemos...

El funcionario regresa andando a su casa tratando calibrar cómo le va a afectar el recorte de su salario y de qué manera puede minimizar el impacto que el mismo va tener en su economía doméstica. Piensa que lo primero que va a desechar son los gastos inútiles; así, decide que el mes que viene no irá al gimnasio de la esquina: sale más barato correr en el parque y, además, es más

sano. Los abdominales los hará en casa, con los pies metidos debajo de la cómoda.

Hace, asimismo, memoria de los polos y camisas que tiene en el armario y determina que tampoco necesita renovar el vestuario este verano. La pena es que no podrá recrearse en la visión de alguna que otra dependienta.

No piensa renunciar a la cervecita, pero en lugar de tomarla en el bar de barrio, se comprará unas latas, aunque no en el supermercado habitual, en el que las cajeras están hartitas de trabajar dentro y fuera de la casa y que es un par de céntimos más caro que el Dia.

También ha llegado a la determinación de comprar las verduras en una frutería más barata que la del Antonio el frutero. La calidad será menor pero, total, lo verde está malo de todos modos.

En cuanto a las reformas que necesita su casa, no tiene duda de que estas habrán de esperar a tiempos mejores, si es que llegan. De modo que nada de cambiar los cierres de aluminio...

Y así, el funcionario vuelve a casa, ignorante de lo que el preclaro y eficaz intelecto del Presidente de su Gobierno va a ayudarle a ahorrar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Blanco nuclear

Señorita Scarlatta, señorita Scarlatta (Mummy, la oronda negrita en la película "Lo que el viento se llevó")…
Pues si no se me oyera hablar, esa podría parecer yo o al menos lo poco que se ve de mí, que es la cara y el cuello. Ya os comenté lo de mi historia nueva con los rayos uva por aquello de coger algo de colorcillo para cuando me vaya unos días de vacaciones al sur de España. Tan blanquita no me veo; bueno, verme… me veo, pero no me gusta verme, sobre todo las piernas.

Pues venga de uvas de esas un día sí y otro no. Y el color que no viene, salvo al careto y el cuello y escote. Que sí, que muy bien para lucirse, pero con pantalones largos, que los piratas o vestidines a ver cómo me los coloco yo con mis piernas lauki. Veo que llega el día 29, en que servidora tira para Málaga a ver a su madre y recogerle yo qué sé cuántos trastos para el ajuar de mi mayor que le ha ido comprando en sus viajes con los abuelos en que siempre pica con alguna cosa que luego igual no sirve para nada (aunque le darán a mis hijas en casa los cuarenta, si no son más al paso que va la burra), y no sé cómo luciré palmito por la playa con mi bikini nuevo (ocho euros y tres piezas, que una compra muy barato porque la vida no está para tirar los cuartos y menos ahora que además me van a bajar el sueldo por ser semi-funcionaria)

En fin, estas chorradas os cuento porque hoy me han dicho: Hala, qué morena estás!!!!! Y entonces yo, ni corta ni perezosa, me he arremangado los pantalones y he dicho… morena???? Por los cojones!!! :-D

martes, 18 de mayo de 2010

Veintitrés años y parece que fue ayer

Nuria me hizo la cera días días antes. El vestido que me terminé comprando no era de mi gusto, pero el que previamente había elegido tenía un fallo y la costura del lado derecho estaba torcida y se notaba en exceso. Los zapatos tampoco me los compré con mucho gusto. Yo hubiera preferido haberme puesto aquel día el vestido que la misma que me hizo la cera me había confeccionado, que en lugar de blanco era azul marino, con escote de barco y dos bolsillos en triángulo, cada uno colocado de manera inversa al otro. Mi padre me dijo que tenía que ser de blanco, ya que no me casaba por la iglesia. Al menos que le diera ese gusto. Así que me coloqué aquel vestido que meses después le di a mi hermana porque ni siquiera me gustaba para ponérmelo muchas veces más. Los zapatos no sé dónde terminaron, aunque sospecho que en la basura años después. Pero iba muy guapa, con mi melena rubia de mechas y un moldeado (que en aquella época me encantaba).

No recuerdo quién me dejó para la ocasión unas pequeñas florecitas blancas para adornar mi pelo. Nuria de nuevo, si no me equivoco, me pintó muy poquito y me maquilló disimuladamente, porque no quería parecer yo otra, sino la que era: la chica normalita a la que le gustaba (y le gusta aún) pasar desapercibida que se casaba con su chico de siempre.

Me acompañó casi toda la familia, pero también buenos amigos. Por ahí, en un álbum, siguen estando las fotos que Majose tiró, ya un poco despegadas, con un color un poco amarillento, pero que muestran la alegría de aquel 18 de mayo.

Era lunes. Hoy es martes y ya han pasado veintitrés años. Algunos de ellos supongo que los barrería de un plumazo, pero con casi todos me quedaría –y me quedo- para que acompañen mis recuerdos.

lunes, 17 de mayo de 2010

El reencuentro

Ayer fue uno de esos días que a una le gusta mantener en la memoria por tiempo largo, aunque al final el tiempo se quedó en demasiado escaso para tantas cosas de qué hablar, tanta gente que recordar y tantos momentos que nos iban viniendo a unas y a otras a la cabeza y se apabullaban por salir.


Quedé con tres compañeras de instituto, con tres mujeres hechas y derechas con las que pasé un rato de lo más estupendo. Y he de decir, para nuestro ego y alegría, que no hemos cambiado nada por mucho que hayan pasado más de veinte años desde que no nos viéramos. Incluso diría que estamos mejor, aunque haya por ahí rondando alguna foto que no hace justicia, pero ya sabemos… las fotos son así de caprichosas!!!

La pena es no habernos podido juntar más gente de nuestra etapa tan buena del instituto, en la que disfrutamos como posesos de todo y de todos, incluidos algunos de los profes, que, aún machacándonos con exámenes, nos hicieron aquel paso de lo más llevadero y productivo. Quizás tuvimos suerte… quizás nosotros pusimos bastante de nuestra parte también y nos involucramos con lo que allí se hacía… el caso es que recordamos aquella época como una de las mejores que hemos pasado. Y hombre, no es cuestión de repetirla así como igual, pero sí de ver si podemos liar alguna gorda. Así que… ya os estáis preparando mis lectoras del Carlos III, que allá vamos!!!! A tirar de papeles antiguos, de memorias desmemoriadas para localizar teléfonos o a darle un buen repaso a San Google, que igual hasta nos echa una manita

jueves, 6 de mayo de 2010

Fin de la película "LOS PÁJAROS"

Hoy lo estuve hablando con una compañera mía. Como siga sin verles, me hago cargo yo de los niños, si es que no les ha pasado nada. Eso sí, a ver cómo les consigo la comida, que no voy a irme yo a por gusanillos o lombrices al río Jarama, que es el que tengo más cerca. Y ella me habló de miguitas de pan mojadas en leche; pudiera ser que con eso consiguiera que se hicieran más fuertes hasta que decidieran abandonar el nido.

Y es que ayer sus padres no revolotearon ni cerca ni lejos de sus niños. Yo pregunté a mis hijas… habéis visto a los progenitores de los polluelos venir a darles de comer o al menos a cubrirles del frío y del viento terrible que sopla desde hace dos días? No, no hay rastro. Mi compañera me decía esta mañana que los animales son así, que cuando temen por su seguridad, se olvidan de que tienen una prole en el nido y se dedican a asegurarse su propia existencia. Así que así llegué yo hoy a casa después de mi mañana movidita. Lo primero que hice fue preguntar a mi hija si habían dado hoy señales de vida. Y ella me dijo que ni les vio por la mañana antes de ir a clase ni después de volver del instituto. Así que… ni corta ni perezosa me he cogido la escalera, con el cuerpo medio revueltillo por lo que pudiera encontrarme (que tras lo de los mirlos de la primavera pasada ya me espero cualquier cosa…) y salí al jardín dispuesta a entrar en casa con un nido y los habitantes medio moribundos para darles de comer lo que buenamente pudiera o incluso ya más tiesos que la mojama.

Y hete aquí que me subo, miro entre las plumitas y las cagadas de pájaro que había en el nido. Y que no hay nada. Ni un pajarillo tieso, ni dos, ni tres. Así que quito el nido del arbusto y respiro hondo, rebusco por el suelo alrededor del arbusto esperando encontrarme allí lo que no encontré en el nido y tampoco hay nada. Pues no sé qué habrá pasado con los peques ni me importa, pero por lo menos dejo de estar pendiente y dejo que campeen a sus anchas mis pobres gatos, que andaban ellos castigados porque no fuera que se atrevieran a dar el salto y trincarse o hacer que se asustaran, tanto a padres como a suegra de ella y a los niños.

Cada vez tengo más claro que los pájaros son eso, unos pedazo pajarracos que pa qué. Se lo pasan bien mientras hacen a los polluelos, tienen los niños y luego, si eso, que apechugue otro. Y estoy de apechugar con los que no me tocan hasta el mismísimo moño. Anda y les den!

THE END

martes, 4 de mayo de 2010

Cuerpo a tierra

De esta se me vuelan los pajarillos. Y no precisamente porque les apetezca, sino porque está la cosa que como no lleven pedrulos en los bolsillos que tienen bajo las alas, salen arreando, pero así, como quien no quiere la cosa. Mete unos viajes el arbusto donde tienen el nidito plantao, que miedo y mal rollo me está dando. Debemos ir camino del invierno, porque esto… muy normal como que no me parece a mí que sea…


Y hoy encima a mí me ha tocado volverme a casa en autobús. Y como todas leyes de Murphy, la de hoy se ha cumplido. De reloj veinte minutos esperando que llegara el armatoste verde que me dejara, si no muy cerca, sí al menos pelín accesible a mi casa. Pero mientras venía, he pasado más frío que un tonto, y eso que hoy he ido abrigada. Si me llega a pillar ayer, que estaba una como en las Chimbambas y se fue al curro con una chaquetita encima de la manga corta, me había dado un pasmo. Ya no sabía dónde meterme: primero… toda chula yo, sin recogerme al abrigo de nada. Luego ya… me he ido acercando al contenedor de vidrio que tenía más a mano; pero que ni flores. El viento me venía por detrás. Luego he optado por acercarme a un edificio; pues entonces el viento… de cara. Finalmente me he puesto tal que detrás del poste de la parada y mirando bien p´arriba, no fuera que en algún momento cualquier platillo volante me cayera encima.
Y un bus que no era, y otro, y otro. Hasta que por fin llegó el que yo tan ansiosamente esperaba. Qué gustito allí arriba, qué calorcito en las manos y en los pies. Y el conductor que me vacilaba diciendo que teníamos que pedir servicio de peluquería para días como estos en el autobús, que hoy el pelo bien peinao brillaba por su ausencia.

Que lo mismo el hombre hasta lo decía por mí…

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